miércoles, 15 de octubre de 2008

Utterly confused...

Creo que esto no es lo que quiero hacer. Me cuesta trabajo, no me concentro y recurro a todo menos a cumplir con mi trabajo y mis tareas. Me siento conmovida por hermosa música clásica y me gustaría encerrarme a escucharla para siempre, leer libros de literatura y filosofía y quemar todos aquellos de derecho.

Me siento total y brutalmente deshumanizada por el derecho financiero, por las pretensiones de los abogados, por la ridícula presión de las maestrías, la absurda exigencia a lecturas somníferas y excesivas solo para probarse a uno mismo que es estúpido si no le da la vida para cumplir con todo lo que se requiere y peor aun, si no entiende las cosas a la primera.

Vivo con la añoranza de pasar días encerrada viendo cine independiente en algún cine cincuentero donde venden palomitas que no salen de inmensas cadenas globalizadas de cine teatros.
Se me desgarra el alma cuando escucho música como la de Max Richter y el corazón me exige, nostálgicamente, que le de lo que me pide mientras mi mente caprichosa no cede ante mis plegarias y no dejo de dar vueltas en círculos, incesantemente, perdiendo el tiempo, pasando tanto tiempo perdiéndolo, desperdiciándolo, burlándome de el, haciéndole creer que tengo control sobre el y que hago sabias inversiones.

Y al final, no se si de plano soy masoquista y lo he sido toda mi vida porque voluntariamente me topo cara a cara con mi propia frustración, con unas metas ridículas y sin sentido que por mas atinadas que parezcan, están cada vez mas lejos de mi esencia, de lo que me engrandece y enaltece, de lo que alguna vez me hizo creer que era una mujer interesante y apasionada de todo, con quien podía tomarme cafés de días enteros en platicas divertidas y llenas de aventuras, sueños y sinsentidos que hacían todo el sentido del mundo.

Y esa mujer que tanto extraño, esta ahora sentada en una salón de computadoras a las 3 de la mañana, sin avanzar en una tarea que por demás parece absurda y que prueba, una vez mas, lo complicado que puede resultar lo fácil y técnico, lo imposible que es para mi acatar esos horarios y requisitos y tareas que exigen un poco de disciplina y planeación, orden y organización, para una mente enredada en el organigrama de un niño de 4 años. Sin dirección alguna, sin afán de atender , sin otra alternativa que la de seguir con esto que neciamente empecé, y obstinada tendré que terminar. Sin saber si al final termino, o solo empiezo y hacia donde. Cada vez mas lejos de mi, de esa mujer que era capaz de todo en la vida y que se burlaba del destino y las autoridades.

Actuando como el hijo perdido de un posmodernismo mal entendido, anestesiándome cada fin de semana con toda aquella bebida que se me atraviese, pasando noches en vela y viviendo días cansados. Maravillándome de cada atardecer, de cada árbol que cambia de color, de los patos que llegan cada dia a saludarme cuando salgo de mi casa, y sobreviviendo de esos preciosos momentos refugiándome en los miércoles de yoga.

Sin saber a donde ni para donde, como, ni cuando, ni porque, confiando en un principio de impermanencia y rezándole al santo de la incertidumbre para que me redima. Para descansar de mi y de mis momentos de desesperación pasiva, tan pasiva que me aterra porque me siento inerte, insensible y apagada.

Y esta actitud poco afable y frígida es la que me regresa a mis deberes. Aburridos y tan conscientes que me dejan inconsciente.

martes, 26 de agosto de 2008

Sad good bye

Ya me despedí de los niños y fue dificilísimo. Desde que los conocí supe que este momento llegaría, supuse que me encariñaría con ellos también y durante el último mes he traído un constante nudo en la garganta. Me siento como en un perpetuo síndrome premenstrual, con ataques ridículos de sentimentalismo en los momentos más inesperados y los lugares menos convencionales.

Me ha costado un esfuerzo muy grande contenerme en momentos claves y aprendí a distraerme cada vez que siento que el llanto se me quiere escapar. Sentimientos encontrados, de pronto mucha alegría y satisfacción y de una momento a otro mucha compasión y algo de tristeza. En momentos como este solo puedo invocar a la melancolía y cada recuerdo me da enorme ternura aunque a veces siento que se me rompe el corazón en pedacitos.

Me he reído como loca y he jugado tanto que parece que llevo haciéndolo toda la vida, mi curiosidad aumenta aceleradamente y mi admiración por todo aquello que me rodea es cada vez más renovador.

Siento que alguien me aprieta el alma cada vez que me despido de Peter (mi consen, indiscutiblemente) como si el aire se me escapara y mi corazón se contrayera. Cuando me pide que me lo lleve conmigo tengo ganas de trepármelo en los hombros y salir corriendo con él.

Nunca olvidaré cuando dormí en Tumaini, abrir los ojos al olor fresco de la mañana, despertar para encontrar a Peter, paradito en sus pijamas, asomándose a mi cama, su mirada pura y transparente del otro lado del mosquito net, con una sonrisa de oreja a oreja y sin moverse nada, silencioso y emocionado observándome mientras dormía e impaciente porque despertara. Es un poco difícil expresar con exactitud como me sentí en ese momento y la forma en que me paré de un brinco, levantando el mosquito net para salir y abrazar y besar descontroladamente a Peter con una urgencia desmedida, decirle “Good Morning” mientras me llenaba de besos. Escuchar a mi corazón latiendo con un cariño y satisfacción tan placenteros añorando perpetuar ese segundo para siempre.

Haberlos visto tomarse de las manos y apretar las mías, hincados para rezar antes de dormir ha hecho que este viaje, el solo hecho de viajar al otro lado del mundo, valiera tanto la pena.

Y finalmente, me tuve que despedir. Las lágrimas empezaron a amenazarme desde que abracé a Ruquea, la cocinera. Y me porté fuerte y valiente aparentando toda esa fortaleza que me falta y el desapego que no me he logrado apropiar. Y fui abrazando a cada uno, repartiendo besos aborazados, recibiendo dibujos y miradas profundas. Las complicaciones empezaron cuando llego Lidyia y al abrazarme empezó a llorar, yo sentía un dolor fuerte y punzante en la panza mientras mi miedo por derramar tantas lágrimas a la deriva hizo que me faltara el aire; la solté limpiando mi cara de las tres gotas que se me escaparon.

Por último estaba Peter y aunque sería tremendamente duro para mi, sabía lo fácil que resultaría la despedida para él. Con solo 3 años y medio no comprende perfectamente la situación y por mas que le explique, al despedirme cree que regresaré al dia siguiente, como siempre. Nos abrazmos y besamos como usualmente lo hacemos y al soltarlo le dije "I love you Peter" a lo que empezó a repetir cada vez mas alto "I love you, I love you, I love you" con su sonrisita encantadora y mandándome besitos con la mano.

Y salí de ahí lo más rápido que pude. Y lloré y lloré y lloré...

Observar como el alma de estos angelitos se expande cada vez mas es lo más hermoso que me ha tocado vivir.

lunes, 25 de agosto de 2008

Se me acaba el tiempo en Kenya.




El tiempo aquí pasa demasiado rápido aun a pesar de que, entre semana, los dias siguen diligentemente el mismo orden y su curso es parecido dia con dia. De lunes a viernes mis obligaciones y mi horario es siempre el mismo, salgo a la misma hora cada mañana y regreso a la misma hora cada noche. Sorprendentemente, eso no me aburre ni me cansa, quizá sea el hecho de que esta rutina es temporal (un mes) y su corta temporalidad le impide a mi mente concebir la posibilidad de la monotonía.

Ya tengo mi propia rutina africana y cada mañana escucho mi despertador, salgo de mi mosquito net, salgo del mosquito net de la litera, y entro al baño antes de que se pare Sophie, mi roomate irlandesa.

El baño, por fin, ha dejado de atemorizarme. No me provoca gracia ni mucho menos indiferencia, sigue siendo un sacrificio el poner un solo pie dentro pero ya tengo mis trucos y mis mañas.

Cuando llegué, solo sabía que no habría agua caliente lo cual no me escandalizó en lo mas mínimo. Sabía que la casa de voluntarios tenía capacidad para 20 personas y en ese momento habian 23 voluntarios a lo que asumí sin preocupación que estaríamos algo apretados. Al entrar en la casa me encontré con miradas dispersas y hasta descorteses, olor a pollo frito y papas, bocas hablando llenas de comida mezclada con catsup, seres poco aseados y ojeras de cruda. Cuerpos desparramados en completo desorden sobre el piso y los viejos muebles deslavados, viendo la televisión sin mucho afán y sin interés en saludar o cuando menos alzar la mirada a los nuevos voluntarios que acabábamos de cruzar por la puerta.

Subimos las escaleras y en el pequeño cuarto del fondo habían dos lugares, tomé la parte de arriba de las segunda litera, Sophie tomó la primera. Las camas de abajo pertenecían momentáneamente a Claire (inglesa trabajando con niños de la calle) y a Claire (americana dando clases de inglés). Ninguna de las dos Claires estaba ahí en ese momento así que empezamos a desempacar mientras nos percatábamos de que no había lugar para nuestras cosas.

Claire inglesa (la que dormía debajo de mí) es tan cochina que parece broma, no sé si de plano tiene un proyecto personal y está experimentando con su propio cuerpo, quiere probar algo, tiene un plan elevado y profundo que se va desarrollando con el paso de los días y es tan desapegada que no parece importarle permanecer con la misma ropa durante 3 o 4 días (en Mombasa, una costa donde aparte de calor y humedad hay tanto polvo que si sonríes demasiado los dientes empiezan a ponerse grises ó cafés), bañarse esporádicamente y no lavar su ropa durante 3 semanas. Salir cada noche a bares atestados de negros sudorosos empeñados en tocarte y abrazarte tan pronto te descuides, hombres altos, fuertes, persistentes y con olor alto, fuerte y persistente también.

Es tan compleja la labor de Claire que, no se conforma con su propio desorden ó el tufo y humor que emana del compartimento donde tiene gran parte de su ropa sino que sus cosas están esparcidas por todo el piso, el pequeño mueble de madera (intento de armario donde deberían caber las cosas de las 4 pero ahora esta ocupado por las cosas de las 2 Claires) tiene todo tipo de artículos de belleza (que me queda claro que no usa, a juzgar por su aspecto) y chucherías. El espacio del piso entre su cama y el mueble de madera (camino al baño) está meticulosamente ocupado por elementos misceláneos tales como: envolturas, taza del chocolate caliente de hace tres días con sus respectivas y muy merecidas moscas bailando cual aureola coronando por encima de la taza, botellas de agua, ropa de la semana pasada, y demás cosas que respeto con tanto temor reverencial que no me acerco a indagar su funcionalidad y muchísimo menos su procedencia.

Lo anterior cumple con unas reglas de desmadre estrictísimas, no se sale ni tantito del manual del mugroso y me atrevería a decir que sobrepasa cualquier expectativa. En conclusión, Claire no se anda con pendejadas.

Así que mi primera semana fue una continua lucha interna por resistir a la suciedad de la casa, la tortura de bañarme en un lugar donde la regadera esta encima del escuzado, el piso se inunda ya que la coladera está tapada y, por mas que traiga puestas mis chanclas, el agua sucia llega a mis tobillos mientras el resto del baño es cada vez mas polvoriento.

Afortunadamente, las dos Claires se fueron hace dos semanas y media y con ellas se fué su desmadre dejándome mas tranquila con mi resignación y dando paso a la costumbre.

martes, 19 de agosto de 2008

Se murio Tito



El dia habia sido maravilloso, acababa de salir de la alberca y caminaba por la playa dirigiendome al restaurante frente al mar por un penne alla arrabiata, el viento soplaba muy fuerte y el pelo se me movia con una violencia bastante agradable. Justo cuando subia las escaleritas de madera hacia la mesa sono mi celular. Era mi papa, a la mitad del mediterraneo, navegando de Cerdena a la Costa Azur, dandome la noticia.

Lo primero fue preguntarle como estaba, como cuando no te crees algo, te parece una broma de mal gusto y haces preguntas que ni siquiera surgen de tu mente; te percatas de ellas al resonar las palabras que salen de tu boca.

Me contesto con un tono tranquilo y muy equanime que el estaba bien (dentro de lo pinche de la situacion, evidentemente) dandome las explicaciones y argumentos calmados que acostumbra dar mi padre cada vez que pasa algo perturbante, sea lo que sea, sin perder las notas de consolacion en su voz.

Me quede helada, la llamada duro poco y yo, como suele pasarme en estos momentos, me quede callada sin saber o sin querer decir nada.

Y me sente a contemplar el barquito de madera color azul frente a mi, flotando placidamente en la inmensidad del mar, meciendose aritmicamente y dejandose llevar a los caprichos de la marea. Y verdaderamente, habia demasiada belleza ahi, tanta belleza que a veces es casi intolerable. Y de pronto vi a mi Tito (en mi mente, claro) y ese nudo en la garganta se empezo a desenredar y, entre el llanto, la brisa y el olor a tomate fresco en mi plato, me senti muy tranquila y me acorde del funeral de Babaji, mi Yogui y maestro.

Cuando llegue al Ashram Babaji tenia apenas minutos de haber muerto, su aura seguia en el cuarto y, como se acostumbra en el Ashram, todos vestiamos de blanco. Nunca habia visto el Ashram tan lleno de gente y todos estaban ahi por la muerte de Babaji. Hubieron cantos, nadie lloraba, ni siquiera Guru Amrit, todos estaban felices por el y satisfechos de que el ya estaba un nivel por encima de nosotros. La musica fue preciosa y muy ritmica y movida, sonidos de Kirtan y nada parecido a esa musica masoquista y miserable que tocan en los velorios para que la gente quiera cortarse las venas. Se preparo langar para que todos comieran y se compartieron anecdotas de la vida de Babaji y sonreiamos, rezabamos y meditabamos. Compartimos, no la muerte de Babaji (porque como bien dice Heidegger la muerte -como la vida- es de lo unico que no se comparte, ni se transfiere, ni se reemplaza) pero si nuestro pesar por la perdida fisica de un hombre estupendo y nuestra alegria por el bienestar de su alma.

Y lo unico que se me ocurrio, frente al mar y mientras tragaba mis lagrimas insipidas fue alegrarme por Tito, meditar por el y despedirme en mi meditacion. Bendecir la vida, y la muerte, de un hombre maravilloso y profundamente especial para mi. Un ser humano que me llena de orgullo, a quien nunca deje de admirar, de quien tengo unos recuerdos valiosisimos y trascendentales y quien me abrazaba con mas fuerza y menos palabras cuanto mas envejecia. Quien me confeso que me apoyaba cuando me fui de casa de mis papas y quien decia poco, y cuando el hablaba, yo reia. Indiscutiblemente un personaje con el sentido del humor mas especial y distinguido que he conocido.

Y ayer y hoy me vesti de blanco. Y manana me vestire de blanco tambien, por Tito

Amo mi point and shoot



Diani Beach está en la costa sur de Mombasa. Para llegar hay que tomar un matatu al ferry, subirse en el ferry y después tomar otro matatu ó algún taxi a la playa. Me subí al taxi de un hombre llamado Smith. Smith, (como buen kenyano) no dejó de platicarme e interrogarme durante el trayecto. Aprovechó para regañarme por no estar casada a mi edad argumentando que no me he casado porque soy abogada (supongo que tiene prejuicios en contra de los abogados). También intentó motivarme a tener un bebé ya que, según él, las personas deben asumir su adultez a partir de los 18 años tomando alguna responsabilidad digna de un adulto. Tener hijos (aunque no me case, asumiendo que no quisiera hacerlo) es tomar las riendas de la adultez y mientras no lo haga, estoy negando que me he vuelto mayor, a su muy particular punto de vista. Me pidió que subiera el vidrio del coche cuando íbamos muy rápido (mientras la carretera estrecha y totalmente carente de iluminación nos amenazaba) y varios camiones parecían dirigirse justo frente a nosotros, solo para separarse medio segundo antes de estrellarnos; él decidió que los extranjeros no debemos permanecer tanto tiempo con la ventana abajo mientras el viento nos acaricia (acaricia? O casi bofetea?) la cara porque somos propensos (a según) a la neumonía. ¡Neumonía! Estamos a fucking 29 grados y éste hombre se atreve a impedirme con la autoridad de un doctor especialísta que deje de disfrutar el viento sobre mi cara porque no quiere que me enferme.

Por fin llegamos al hotel y después de preguntarme cuanto cuesta la noche de hospedaje (con lo que me cagan ese tipo de preguntas) me da su tarjeta de presentación esperando que le llame el domingo para que me lleve de regreso al centro de Mombasa. Me dispongo a pagarle cuando me frena pidiéndome que me baje y me registre ya que lo primero para él es mi “seguridad”. Cual fiel y sumisa mujer obediente le hago caso y entro al hotel, doy mi nombre y me siento a tomar la champaña que cortésmente me sirven en lo que toman mis datos y me entregan la llave de mi cuarto. De pronto se sienta Smith junto a mí, le traen su copa de champaña también (el mesero preguntó si venía conmigo a lo que asentí) y me indica que, ahora si, puedo pagarle.

Me paro y me voy a mi cuarto y, sinceramente, no me puedo dejar de reír de este personaje. La verdad me cayó de maravilla, es el primer conductor kenyano que, de entrada, no me tira la onda (porque aquí, por mas que les digas que estas casada o que eres religiosa, no dejan de hostigar) y al llegar a mi cuarto me doy cuenta de que no encuentro mi point and shoot.

Es el reverendo colmo, vengo cargando un tripié, una back pack pesadísima con la hassel, la réflex digital, 4 lentes, cargadores, kits, rollos y demás y ahora resulta que mi maravillosa olimpus point and shoot lightweight no aparece. Estoy al borde de la histeria, por las fotos que tengo ahí y porque me la regaló mi güero.

Le marqué a Smith y si, efectivamente, dejé mi cámara en su taxi y si, me la va a regresar el domingo que venga por mí.

Que maravilla que me contó su vida y me regañó y sobretodo me dio su teléfono. Fernandita no ha perdido su cámara otra vez.

jueves, 14 de agosto de 2008

Paella y guacamole con frijoles refritos

Belén (voluntaria española trabajando en Tumaini) y yo decidimos tomar la cocina el día de hoy; respetuosamente le informamos a Elizabeth (adorable kenyana fungiendo como “matron” del orfanatorio) que nos encargaríamos de la comida siendo éste nuestro trabajo de la mañana y esperando que nos dejaran la cocina solo para nosotras. Noemi (la cocinera) se preparó un té y se sentó a descansar.

El objetivo fue preparar algo de nuestro país respectivo, algo fácil de comer, sencillo, ya que hay que cocinar para 35 personas, y sustancioso; los niños deben comer muy bien en función de la cantidad de medicinas que toman.

Belén decidió hacer paella así que mi idea de hacer el arroz a la Mexican style quedó totalmente fuera de lugar. Podría hacer quesadillas pero el queso aquí es distinto, y aunque quedaba la alternativa de los frijoles, evidentemente no hay olla exprés y cocer los frijoles a la antigüita tardaría hooooras y los niños comen a las 12:15. Otra opción algo adecuada sería hacer tortillas; desgraciadamente, lo mas parecido en Kenya a Maseca es Taifa (una especie de harina de maíz utilizada para preparar Ugali –platillo muy común, es una masa un poco dura pero no seca que se logra mezclando agua muy caliente con este preparado de harina de maíz y revolverlo hasta que se vuelva lo mas duro posible, después dejarlo enfriar y servirlo - sabe bien pinche, no le ponen ni sal - cansa mucho menearlo cuando se pone duro, los brazos duelen y sudo como marrano, nada sexy-) así que intentar las tortillas con Taifa en lugar de Maseca hubiera sido muy rifado de mi parte.

Tortillas de harina: exageradamente parecidas al “chapati” solo que el chapati tiene algo de aceite en el comal; los miércoles comemos chapati y hoy es jueves. Saben 90% igual las tortillas de harina al chapati. Me quedo con las tortillas de harina, son mucho mejores.

Me di cuenta que lo típico mexicano es muy tardado, lo mismo si pensaba en tamales ó en pozole. Finalmente, y aconsejada por Belén, decidí preparar salsita roja, guacamole y frijoles refritos con totopos (sorprendentemente, en Nakumat, el primo africano de la Comer, venden latas de frijoles refritos y tortilla chips).

Me costó muchísimo trabajo encontrar aguacates maduros, fui no solo a Nakumat sino al tianguis y tuve que recorrer puesto por puesto tocando cada uno y cruzando los dedos para que estuvieran buenos. Los aguacates son un poco más grandes y redondos aquí pero saben casi igual. Lo de conseguir la cebolla y el jitomate fue facilísimo, también compre ajo, cilantro y Knorr suiza. Como me tocaba la botanita no tenía de que preocuparme mientras Belén se partía la cabeza y se mordía las uñas porque el arroz de la paella no le quedaba como ella quería.

Las house mothers y el resto del staff del orfanatorio estaban felices con la comida, nos pidieron que les separáramos sus porciones para que no se quedaran sin probar y los niños estuvieron asomándose a la cocina cada cinco minutos. De pronto veo que llega Peter (mi consen) y me da unas flores “this is a gift for you” mientras preparábamos la comida; casi me derrito y no por el calor que hacía en la cocina.


Todos estaban emocionadísimos y era para morirse de la risa escucharlos decir guacamole.
“Yum yum food guacamoulei, you cook for us María” y me mandaban besos desde sus sillitas mientras comían revolviendo el guacamole con la paella y los frijoles.

Ahora no me podré safar de hacerles algún postre mexicano el próximo miércoles que me quedo a dormir. Yo creo que la opción será arroz con leche.


Tribu Maasai


martes, 12 de agosto de 2008

jueves, 7 de agosto de 2008

A la playa en Bamburi



Tumaini esta en Bamburi, a media hora en Matatu del centro de Mombasa. Hoy llevamos a los ninos a la playa, a la playa de Bamburi.

Fue una experiencia increible, la playa es blanca y muy muy larga, hay que caminar unos 50 metros hacia dentro hasta llegar al mar y la marea sigue estando muy bajita. El agua es de un color verde muy muy claro, casi transparente y se ven con facilidad las algas y la arena blanca. Pasan camellos con turistas y hay bastante vegetacion, el agua es particularmente salada, mucho mas que la del caribe.

Se respira una paz y una calma que se puede comparar con aquella dentro de un Ashram y la energia fluye de forma armonica y maravillosa mientras se siente la brisa y el viento sobre la piel.

Huele rico, como a piel recien bañada con un poco de alga y las conchitas tienen una belleza especial, hoy encontre un caracol perfecto. Perfecto, nunca habia encontrado uno asi, pequeno, con unas curvas vanidosa y matematicamente exactas, de pliegues elegantes, delicados y puntiagudamente coronado.

El sol sobre mi nariz y acariciando mis hombros es casi holistico, y las nubes se han acomodado de forma especial sobre el horizonte, muy acolchonadas aunque no tan abundantes; nada es mas hermoso que escuchar a los niños y verlos correr desesperados hacia el mar. Su piel tan oscura da el contraste perfecto con el color de la arena, los colores brillantes, alegres y electricos de sus trajes de baño lucen muchisimo bajo el sol.

Siento un nudo en la garganta al ver como se me trepan y me gritan emocionados mientras me exigen de forma totalmente autoritaria que nade con ellos, Merci estira su brazo acostada en una de las llantitas inflables esperando que la empuje pero escucho la voz de Cadzo, su hermana, retandome a permanecer mas tiempo bajo el agua.

Cadzo tiene casi 8 anos y es toda una señora responsable aunque es un poco introvertida y timida. Cuando ella tenia 4 anos y Merci era una bebe, su papa murio de Sida y su mama estaba tan enferma que no podia cuidar de ellas asi que Cadzo se encargo de Merci, le enseno a sobrevivir y hasta le buscaba comida. Despues de la muerte de su mama llegaron a Tumaini y era imposible separarlas un minuto, durmieron abrazadas en la misma cama durante mucho tiempo; fue muy dificil convencerlas de dormir en camas separadas. Merci es extrovertida, dulce, coqueta y algo demandante. Se parecen mucho fisicamente y las dos estan preciosas. Despues de Jemimmah, son las mas bonitas del orfanatorio, sin duda.

Despues de jugar hasta cansarnos y correr por la playa perseguidos por las pistolitas de agua que traian los niños, fue hora de salir del mar. Fuimos al jardin donde habia que enjuagar a los 24 niños y cambiar de panales a los bebes, y despues de un desfile de cuerpecitos oscuros, emocionados y con pompas muy paradas, ya vestidos, tomamos jugo y comimos chapati y galletas.

Al camion de regreso a Tumaini, ya cansados, cantando y con unas sonrisas tan grandes y maravilloas que es imposible que algun dia se me borren de la memoria.

martes, 5 de agosto de 2008

Los peseros le hacen los mandados a los matatus

Honestamente, sigo sin acostumbrarme a los matatus. Son la version kenyana de los peseros, mas baratos que los camiones y te llevan a todos lados aunque hay que fijarse bien a donde van. Son unas combis version pirata y tienen escrito su destino a los lados. El conductor va gritando por la calle hacia donde se dirije, se van parando todo el tiempo de forma totalmente descortes y desordenada, cierran y abren la puerta corrediza mientras estan en movimiento, huelen a verano (aunque aqui es invierno pero estamos a 28 grados) mezclado con sudor, tierra, y olor a quemado. Manejan como locos, se pegan tanto a los otros matatus que parece que van a chocar cada dos minutos, acostumbran saludar a sus colegas a media cuadra mientras otro matatu en direccion contraria se les dirige de frente y nunca piensan que pueden estrellarse aunque los caminos son pequenos y el resto solo es tierra, gente, mercados sobre ruedas, animales, basura y curvas cerradas.

No respetan una sola regla de transito pero misteriosamente nunca se mentan la madre. Se rebasan y sacan fuera de la calle todo el tiempo y de forma violenta pero nadie se enoja, de pronto ocupan los dos carriles en calles de un solo sentido y se libran de estrellarse por un milimetro y nadie dice nada. El de adelante va moviendose ritmicamente como si bailara, las dos mujeres en burka (la mayoria de la gente de Mombasa es musulmana y muchas mujeres van por la ciudad totalmente cubiertas y de negro, solo mostrando los ojos) no se inmutan y atras escucho como uno canta algo precioso en Swahili (que obvio no entiendo) mientras el de a lado hace ruidos con la boca simulando tonos de rap, al ritmo del canto del primero. Les encanta llenar el matatu a reventar, siguen subiendo gente aunque ya no cabe ni mi conciencia y para bajarse hay que pegarle fuerte al techo del matatu para que el conductor se pare lo que vuelve a la matatu experience algo surrealmente delicioso. Dicho sea de paso, el conductor se frena donde se le da la gana y la gente cruza la calle cuando y como se le da la gana tambien; nuevamente nadie es atropellado ni herido y nadie se ofende con nadie.

Por si fuera poco, la ciudad esta llena de "driving schools" y tienen hasta "driving college" asi como los taxis y tuk tuks, aunque mucho mas civilizados son poco utilizados. Como comparar la privacidad de un taxi con la maravilla de tener a un negro (uno?) dandote besos del otro lado del vidrio de la ventana en las paradas y uno que otro proponiendote matrimonio durante el trayecto.

Asi que a los mexicanos, en relacion al desmadre de transito y la forma de conducir, nos ganan por bastante los chinos (los de mainland China en ciudades grandes como Shanghai) y por bastante mas, los kenyanos, especialmente en Mombasa.

Y mis amigos se atreven a criticar mi forma de manejar...