lunes, 23 de junio de 2008

And nothing else matters...


Estoy en el tren, recorriendo New England, llueve y la ventana está algo empañada, afuera sólo veo campo, agua, de pronto ríos y casitas preciosas pero aisladas una de la otra muy a lo lejos, el paisaje es precioso y de pronto siento que estoy recorriendo alguna parte de Europa en tren, ahora solo es mar, los colores solo son grises azulados y aunque el día esta bastante triste me fascina, tiene una nostalgia que si pudiera inyectarla a alguna de mis venas para incorporarla a mi sangre, lo haría.

Es uno de esos paisajes boscosos, lluviosos, tormentosos y oscuros pero con una calma tan penetrante que llegan a ser totalmente satisfactorios a la vista y con un riesgo de adicción.

Cada vez llueve más fuerte y mi ventana parece atacada brutalmente por chorros inclementes y continuos que dentro de su necedad aparecen cada vez más y más hermosos. Así que ahora veo un countryside triste y maravilloso de fondo y desenfocado por mi primer plano de ventana empañada con agua corriente y constante decorada con maravillosas gotitas que van bailando armónicamente a través del vidrio.

Pure bliss.

Escuchaba Post Modern Girls de los Strokes con Regina Spektor pero ahora el shuffle me llevo ridículamente a “You talk too much” de los Strokes acabando con la perfección de mi momento, hay canciones que aunque gusten tanto en un momento, pueden no solo disgustar pero hasta causar una incomodidad violenta en otro momento; mejor cambio a mi soothing Gnossienes No 5 de Satie.

Hay música que me hace tan feliz que quiero llorar cada vez que la escucho, aunque lo haga una y otra vez intensa y repetitivamente durante largos periodos de tiempo… y sigue siendo tan perfecta que cada vez me siento tan overwhelmed que siento que se me va el aire aunque no puedo dejar de tener una sensación distinta pero emotiva de felicidad, alegría, nostalgia, tristeza ó simple perfección cada vez que la escucho. Y nunca me cansa, cada vez me vuelve más adicta en un tipo de adicción que no me causa culpa sino orgullo, que me humaniza una y otra vez, recurso estúpido y mundano que no deja de sorprenderme y recordarme mi pequeñez y la grandeza de mi propia pequeñez.

Paso por debajo de un puente ahora, hermoso, tenebroso e indiscutible y orgullosamente gris, con construcciones aledañas y en observancia de las mejoras y actualizaciones que le hacen a su vecina, “una” puente que sobrepasa una larga cirugía plástica pero continúa erguida y funcional.

Y de pronto “Nothing else matters” de Metallica (con la orquesta sinfónica), hay música que llega en el momento mas indicado a elogiarte. Entonces me acuerdo que momentos como este, donde todo en mi entorno y a mi alrededor es tan perfecto, no hay nada mas importante en el mundo, el tiempo, el espacio y las dimensiones parecen estar juntas cotorreando en un cafecito y de pronto sin distinguir qué es que, todo se mezcla y todo cobra sentido, las dudas dejan de ser dudas, tu propia existencia se confirma y el no entender absolutamente nada acerca de esto, de la vida, del mundo y la existencia, se vuelve un hermoso ejercicio de impermanencia que hace que todo valga absolutamente todo en la vida…

And nothing else matters…

Creer, confiar y sentir son dogmas casi absolutos y el resto yace en la tranquilidad de la impermanencia y la incertidumbre.

And nothing else matters…

Lo único que aterra es no poder aferrarnos a éste preciso momento ya que nos ha pertenecido y ha sido apropiado… pero ya pasó.

And nothing else matters…

No hay comentarios: