sábado, 12 de julio de 2008

quiero ser Isabella Stewart Gardner

La semana pasada, en uno de mis breaks de mi clase de óleo sobe tela, decidí conocer el Isabella Stewart Gardner Museum ya que está a escasa media cuadra del Museo de Fine Arts donde tomo clases.

Y caminé tantito, a ver que veía.

Y ahora soy fan.

No por los Botticellis ni por Rubens ni Rembrandt ni Van Dyck y mucho menos mi ídolo Matisse.

Ésta maravillosa mujer desafió a las cacatúas bostonianas de la época, desbancándolas sin piedad y casándose con el "soltero codiciado" en su momento. Sin ser hermosa pero atractiva y encarnando la inteligencia, la elegancia y la visión que ninguna mujer de Boston poseía.

Después de ser la millonaria neoyorkina apestada por las niñas bien de Boston decidió convertirse en coleccionista y estudiosa de arte, viajo durante meses a Italia para observar y aprender acerca del arte, su técnica, el claroscuro y los planos de la estética.

Ésta maravillosa mujer se consagró a la tarea de implantar un legado en la sociedad Bostoniana y decidió construir un "palacio italiano" en el vasto e inhabitado territorio rural de Fenway. Visionaria, ahora "Fenway Court" como ella bautizó al palacio-museo que habitó hasta su muerte, es parte del corazón de Boston.

Al recorrer éste museo es imposible dejar de notar la gran afición de doña Isabella por el arte religioso y su profunda devoción católica. Algunos de los cuartos son casi góticos y tiene una vasta colección de muebles antiguos, rococosos y barrocos.

Un rasgo interesante es que gran parte del museo es bastante oscuro lo cual impide admirar nítidamente algunos de los cuadros ahí expuestos; ella dejó instrucciones claras de que nada debía de ser cambiado ó movido del lugar en que ella lo dejó, al morir. No sé si esto de la oscuridad fue un error ó causalidad de que no estaba pensando en la iluminación de algunos lugares al momento de morirse como para mandar abrir las cortinas, ó esto refleja su propia oscuridad.

Todos tenemos un lado oscuro (desgraciadamente? O gracias a Dios?) así que Lady Stewart Gardner no fue la excepción, después de tanto fervor a la religión deberá tener algo por ahí…

Al caminar por los pasillos es posible vislumbrar correspondencia entre ella y sus amigos, algunos de ellos actores, pintores, intelectuales y músicos.

Al final del recorrido se encuentra un hermoso cuadro, una retrato de Isabella, pintado por su gran amigo John Singer Sargent.


Dicha pintura fue brutalmente criticada al momento de exhibirse. Quizá por el escote de la señora, por el énfasis visual hacia sus caderas ó por las ganas de criticar. Se consideró una pintura deplorable y Mr Lowell Gardner le prohibió a Isabella que la enseñara. No fue sino hasta la muerte del señor que Lady Stewart Gardner, quien amaba su retrato, volvió a exponer la pintura que ahora sigue erguida en el tercer piso de su pequeño palacio.

A mi poco crítico y humilde juicio, la pintura no tiene defectos dignos de considerarse deplorables. Me parece armónica y bien lograda, pero bueno, yo no puedo ni pintar un cuerpo que no parezca un pedazo de algo…

Me fascinó conocer partes de alguien, no tenía idea de lo que vería pero, aunque personalmente soy la menos aficionada al arte barroco, gótico, rococó ó religioso (aunque lo respeto diligentemente) me sentí impregnada de la energía revolucionaria de ésta mujer.

Es maravilloso leer y conocer acerca de mujeres poderosas que no solo han influido en su sociedad sino que han hecho una diferencia y mejor aún, han dejado un legado. Gente valerosa que ha desafiado las envidias, las críticas y las falsas interpretaciones siendo fieles a una causa: la de trascender. Algo, el mundo, su sociedad, su cultura, su historia, su arte, su conservación. Nunca dejaré de admirarme al escuchar la vida de tantas mujeres interesantes que han puesto su granito para cambiar al mundo, me muero de la emoción y me ilusiono cual quinceañera.

Quiero ser Isabella Stewart Gardner. Ya tengo los amigos artistas, solo me falta el esposo archi rico y el papá millonario. Damn! Me falta un chingo…

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