martes, 19 de agosto de 2008

Se murio Tito



El dia habia sido maravilloso, acababa de salir de la alberca y caminaba por la playa dirigiendome al restaurante frente al mar por un penne alla arrabiata, el viento soplaba muy fuerte y el pelo se me movia con una violencia bastante agradable. Justo cuando subia las escaleritas de madera hacia la mesa sono mi celular. Era mi papa, a la mitad del mediterraneo, navegando de Cerdena a la Costa Azur, dandome la noticia.

Lo primero fue preguntarle como estaba, como cuando no te crees algo, te parece una broma de mal gusto y haces preguntas que ni siquiera surgen de tu mente; te percatas de ellas al resonar las palabras que salen de tu boca.

Me contesto con un tono tranquilo y muy equanime que el estaba bien (dentro de lo pinche de la situacion, evidentemente) dandome las explicaciones y argumentos calmados que acostumbra dar mi padre cada vez que pasa algo perturbante, sea lo que sea, sin perder las notas de consolacion en su voz.

Me quede helada, la llamada duro poco y yo, como suele pasarme en estos momentos, me quede callada sin saber o sin querer decir nada.

Y me sente a contemplar el barquito de madera color azul frente a mi, flotando placidamente en la inmensidad del mar, meciendose aritmicamente y dejandose llevar a los caprichos de la marea. Y verdaderamente, habia demasiada belleza ahi, tanta belleza que a veces es casi intolerable. Y de pronto vi a mi Tito (en mi mente, claro) y ese nudo en la garganta se empezo a desenredar y, entre el llanto, la brisa y el olor a tomate fresco en mi plato, me senti muy tranquila y me acorde del funeral de Babaji, mi Yogui y maestro.

Cuando llegue al Ashram Babaji tenia apenas minutos de haber muerto, su aura seguia en el cuarto y, como se acostumbra en el Ashram, todos vestiamos de blanco. Nunca habia visto el Ashram tan lleno de gente y todos estaban ahi por la muerte de Babaji. Hubieron cantos, nadie lloraba, ni siquiera Guru Amrit, todos estaban felices por el y satisfechos de que el ya estaba un nivel por encima de nosotros. La musica fue preciosa y muy ritmica y movida, sonidos de Kirtan y nada parecido a esa musica masoquista y miserable que tocan en los velorios para que la gente quiera cortarse las venas. Se preparo langar para que todos comieran y se compartieron anecdotas de la vida de Babaji y sonreiamos, rezabamos y meditabamos. Compartimos, no la muerte de Babaji (porque como bien dice Heidegger la muerte -como la vida- es de lo unico que no se comparte, ni se transfiere, ni se reemplaza) pero si nuestro pesar por la perdida fisica de un hombre estupendo y nuestra alegria por el bienestar de su alma.

Y lo unico que se me ocurrio, frente al mar y mientras tragaba mis lagrimas insipidas fue alegrarme por Tito, meditar por el y despedirme en mi meditacion. Bendecir la vida, y la muerte, de un hombre maravilloso y profundamente especial para mi. Un ser humano que me llena de orgullo, a quien nunca deje de admirar, de quien tengo unos recuerdos valiosisimos y trascendentales y quien me abrazaba con mas fuerza y menos palabras cuanto mas envejecia. Quien me confeso que me apoyaba cuando me fui de casa de mis papas y quien decia poco, y cuando el hablaba, yo reia. Indiscutiblemente un personaje con el sentido del humor mas especial y distinguido que he conocido.

Y ayer y hoy me vesti de blanco. Y manana me vestire de blanco tambien, por Tito

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